José Saramago, el agnóstico y el místico, cuando la «atmósfera tiembla»

Tal día como hoy, en el año 2010, nos dejaba José Saramago, el primer escritor de habla portuguesa en lograr el premio Nobel de Literatura.

Su preocupación social y la exigencia estética marcaron su vida y su obra. Algunas de sus novelas, arrancan con alegorías, y parecían empeños imposibles, pero al final, siempre consiguía que hablase la humanidad.

«Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir.» Cuadernos de Lanzarote

José Saramago


Nacimiento 16 de noviembre de 1922
Azinhaga
distrito de Santarém
Bandera de Portugal Portugal
Defunción 18 de junio de 2010
Tías
Lanzarote
Islas Canarias
Bandera de España España
Ocupación Escritor, periodista, dramaturgo
Nacionalidad portugués

(Azinhaga, distrito de Santarém, Portugal, 16-XI-1922 — Tías, Lanzarote, islas Canarias, España, 18-VI-2010). José de Sousa Saramago. Escritor y periodista portugués. «Premio Nobel de Literatura» de 1998.

Contenido

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Hitos de su vida

  • 16 de noviembre de 1922. Nace en Azinhaga (Ribatejo, Portugal).
  • 1943-1950. Ejerce como jefe administrativo en la industria metalomecánica y en la Caja de Subsidio
  • 1944-1970. Matrimonio con la pintora Ilda Reis.
  • 1947. Publica su primera novela, Tierra de pecado.
  • 1969. Se afilia al Partido Comunista Portugués.
  • 1975. Traductor en el Ministerio de Información y director adjunto del Diario de Noticias lisboeta
  • 1988. Se casa con la periodista española Pilar del Río
  • 1991.Caballero de Honor de las Artes y las Letras de Francia
  • 1993. Traslada su residencia a Lanzarote
  • 1998.Gana el Premio Nobel de Literatura
  • 2007. Nace la Fundación José Saramago

Hay momentos en su obra en que marchan juntos vivos y muertos. En la historia, hay empeños comunes. Como en Rulfo, tienen mucho que contarse. De repente, Saramago se olvida del lector y se dirige a una de las personas que más quiso, a su abuela Josefa, la mujer de Jerónimo:

«Tú estabas, abuela, sentada en la puerta de tu casa, abierta ante la noche estrellada e inmensa, ante el cielo del que nada sabías y por donde nunca viajarías, ante el silencio de los campos y de los árboles encantados, y dijiste, con la serenidad de tus noventa años y el fuego de una adolescencia nunca perdida: ‘El mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir’. Así mismo. Yo estaba allí«.

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