El descubrimiento de América por los europeos, acontecimiento que culminó todo un siglo de exploraciones marítimas, se enmarcó en el contexto de una sociedad dinámica que intentaba superar los estrechos horizontes medievales.
Cristobal Colón organizó la expedición no sin dificultades, ya que su empresa era vista con recelo, cuando no con burlas, por la marinería andaluza. Sin embargo, los hermanos Pinzón, Martín Alonso y Vicente Yáñez, consiguieron reunir a los hombres necesarios para la tripulación de las naves que llevarían a cabo la expedición: dos carabelas, La Pinta y La Niña, y la nao Santa María.
El almirante Cristobal Colón, al frente de una flotilla compuesta por tres carabelas (Pinta, Niña y Santa María) y un centenar de hombres, había llegado a una isla del archipiélago de las Lucayas (actuales Bahamas) llamada Guanahaní, que bautizó con el nombre de San Salvador. Era el primer viaje del Descubrimiento de América después de un largo viaje por la ruta de los alisios, las tres carabelas tocaron tierra a finales del siglo XV y cambió la historia del mundo.
El descubrimiento de América por los europeos, acontecimiento que culminó todo un siglo de exploraciones marítimas, se enmarcó en el contexto de una sociedad dinámica que intentaba superar los estrechos horizontes medievales.
A principios del siglo XV, el marco geográfico del mundo conocido se extendía desde Japón al Occidente europeo. Más allá del estrecho de Gibraltar se abría el mare tenebrosum («mar de las tinieblas»), el Atlántico, según la concepción medieval. Este limitado conocimiento de la geografía terrestre restringió la navegación a las proximidades de las costas, aunque la idea de un océano terrorífico fue desapareciendo en sucesivas etapas.