El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales en España, que dieron la victoria a los republicanos en 41 capitales de provincia. Ello empujó, casi como aclamación popular, a que dos días después se proclamara oficialmente en España la II República. El rey Alfonso XIII decidió exiliarse de España, dejando atrás un largo reinado que estuvo marcado por una Restauración borbónica lastrada por el caciquismo y el control ejercido por el turno de partidos, muy poco efectivo a la hora de resolver los problemas del país, y en sus últimos años por la dictadura del general Primo de Rivera.
La II República pervivió, al menos en parte, hasta 1939. Fue un período de grandes cambios en la historia de España, ya que se introdujeron notables avances con la Constitución republicana aprobada el 9 de diciembre de 1931. En esos años, el sistema político vigente dio lugar a uno de los procesos más importantes de democratización y modernización de la historia del país, tanto por lo que respecta a aspectos sociales como puramente políticos: el acceso a las urnas de las mujeres por primera vez en la historia, la reforma agraria y militar, la promulgación de una ley de divorcio, la aprobación de los estatutos de autonomía de Cataluña y el País Vasco, el acceso universal a la educación, etc.
Esta etapa, que sólo duró cinco años con plena vigencia, pasó a la historia gracias a esas libertades y derechos que se adquirieron, pero también debido a los graves acontecimientos que desembocaron en su fracaso. La aprobación de leyes y regulaciones inspiradas, por ejemplo, en el principio de laicidad y la separación entre Estado e Iglesia, produjeron una notable exasperación en los sectores más cercanos a la Iglesia católica y a la ideología conservadora.
A todo ello se sumaba un escenario internacional no especialmente cómodo. A la grave crisis económica (inflación, desempleo, etc.) derivada del conocido como el Crack del 29, cuyas consecuencias empezaron a notarse en Europa precisamente en el momento de la proclamación de la República, se unió el ascenso de ideologías totalitarias en esa perversa década de 1930: nazismo, fascismo y comunismo.
En conclusión, el descontento de algunos sectores (parte del Ejército, la Iglesia, fuerzas políticas conservadoras, diversos partidos y grupos nacionalistas catalanes y vascos), junto con la tensión social que se vivía en las calles —una suerte de vorágine o maelstrom prácticamente imposible de frenar— desembocó en el golpe de Estado militar (el “Alzamiento”) del 17 de julio de 1936, que dio paso a la Guerra Civil. Los tres años siguientes tuvieron como protagonista una sangrienta contienda civil, con la consiguiente instauración, tras la victoria de los sublevados, de la dictadura presidida por el general Franco.
Si quieres conocer la historia completa de la Segunda República española te invitamos a leer el artículo de la Gran Enciclopedia de España, Segunda República.