Guillermo Marconi, aunque nacido en Italia, y sin abandonar nunca totalmente su país de origen, fue un científico internacional, que tomó el mundo entero como laboratorio propio y que además puso las bases para la explotación comercial de lo que en principio se consideró únicamente un perfeccionamiento de la telegrafía, por lo que recibió el nombre de telegrafía sin hilos. Nacido en Bolonia en 1874, era hijo de italiano e irlandesa. Estudió física en Leghorn, donde se familiarizó con las teorías de electromagnetismo propugnadas por James Clerk Maxwell y con los experimentos de Heinrich Rudolf Hertz.
Marconi experimentaba en el jardín de la amplia casa que su padre, un acaudalado comerciante, tenía en Bolonia. Repitiendo los experimentos de Hertz (producir una chispa entre dos conductores ligeramente separados, en el foco de un espejo metálico de forma parabólica, y comprobar la inducción de otra chispa menor entre dos conductores situados a una distancia de metro y medio), Marconi logró aumentar la distancia a nueve metros, utilizando únicamente una bobina de inducción, un transmisor Morse para activar la chispa y un simple receptor de cohesor. Pero también empezó a utilizar hilos conductores situados a cierta altura como captadores, con lo que nacieron las antenas, y pronto pudo llegar a transmitir a distancias nunca soñadas, de centenares de metros.
A los veintidós años, Marconi decidió trasladarse a Londres, donde esperaba encontrar más apoyo para su trabajo que en Italia. Allí, con la ayuda del ingeniero jefe del servicio postal británico, William Preece, registró su primera patente, de las muchas que llegaría a realizar. La telegrafía sin hilos, como se empezó a conocer, provocaba ya la curiosidad popular, aunque de forma similar a una atracción de feria. Los expertos no le veían utilidad práctica ni existía interés por su explotación comercial. Tuvo que ser el propio Marconi, con la ayuda decisiva de un primo suyo, el ingeniero Jameson Davis, quien fundara en 1897 la Compañía de Telegrafía sin Hilos y Señales, que en 1900 cambió su nombre por el de Compañía Marconi de Telegrafía sin Hilos. Los experimentos continuaron y se llegó a establecer comunicación entre Inglaterra y Francia, y entre barcos de guerra situados a más de 100 kilómetros de distancia entre sí.
Sin embargo, la verdadera popularidad del invento no llegó hasta que entró en juego Estados Unidos, aunque indirectamente. Marconi tuvo la idea de equipar a dos barcos de esta bandera para que informaran continuamente de las regatas de Kingston al periódico de Nueva York The Daily Express. El éxito fue total, y ese mismo año se fundó la compañía Marconi en Estados Unidos. En 1900, año decisivo para la radio, Marconi registró en Gran Bretaña su famosa patente número 7.777 para la mejora de los aparatos de telegrafía sin hilos, en la que establecía el sistema para que las estaciones emisoras pudieran trabajar en frecuencias distintas sin que se produjeran interferencias. Marconi tenía entonces sólo veintiséis años.
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Este artículo pertenece a Historia del S.XX, obra que muestra, con las mejores imágenes y reseñas, todos los acontecimientos de la centuria divididos por décadas, en una perspectiva global única y necesaria para abarcar un panorama tan complejo en conflictos, descubrimientos científicos, guerras y cambios sociales.