Max Reger, un músico originalísimo y de encasillamiento complicado, conservador y visionario, miraba hacia atrás a las formas tradicionales del siglo XVIII y hacia las aventuras armónicas del siglo XX. Gozo de cierta fama en vida o postrera, ya que tuvo la mala suerte de transcurrir su existencia en los tiempos de Mahler y Strauss.
Fue un maestro del contrapunto, un respetuoso tradicionalista en el que, por debajo de los sonidos propios del romanticismo tardío, subyacen las formas y las técnicas del barroco y del clasicismo. Con respecto a esto, Reger no ha sido valorado suficientemente como uno de los antecedentes más significativos del neoclasicismo, un movimiento que haría eclosión apenas unos años después de su muerte, sucedida en 1917. Más allá de los gustos y de las valoraciones estéticas, siempre subjetivas, no hay dudas de que la música de Reger es sumamente original. En ella se pueden encontrar fantasía melódica, un manejo virtuosístico de la técnica de las variaciones, colores intensamente brahmsianos, principalmente en sus obras de cámara, un uso intensísimo de la modulación armónica para desestabilizar cualquier sensación de inmovilidad tonal, un contacto profundo con la música luterana para órgano, fundamentalmente la de Bach, y miniaturas refinadas, como sus canciones o las piezas para piano.
Max Reger from Tais Marcato on MZE Zoomin