«Nos vamos con grandes esperanzas… y también con gran humildad», afirmó en su despedida.
Richard M. Nixon
El 17 de junio de 1972, en plena campaña presidencial, cinco ladrones fueron detenidos después de entrar a la fuerza en el interior de la sede nacional del Partido Demócrata, situada en el complejo inmobiliario del hotel Watergate, en Washington D.C., lo que hizo salir a la luz el escándalo que acabaría obligando al entonces presidente republicano Richard Nixon a dimitir. El incidente de la noche del 17 solo marcó el inicio del proceso que llevaría a diversos periodistas a investigar a su presidente y al órgano de su Gobierno, y que acabaría conmocionando a la opinión pública del país.
Los cinco ladrones (James W. McCord, Eugenio R. Martínez, Frank A. Sturgis, Bernard L. Barker y Virgilio R. González) llevaban guantes de goma, equipo fotográfico, micrófonos y mecanismos para realizar escuchas telefónicas, y habían entrado ya en anteriores ocasiones en la misma sede. Fueron acusados de haber acudido a la oficina para robar documentos, pinchar teléfonos e instalar escuchas electrónicas. En apariencia se trataba de ‘fontaneros’, como se les llamó entonces, excepto en el caso de McCord, exagente de la CIA y funcionario de seguridad del Comité para la Reelección. Estos implicados no eran más que la punta del iceberg del entramado que acabó salpicando a las más altas esferas de la Administración.
Nixon y sus subordinados negaron terminantemente que ningún funcionario del Gobierno hubiera participado en el asunto, pese a las numerosas informaciones que fueron apareciendo en la prensa en sentido contrario; de hecho, en noviembre de 1972 Nixon ganó la reelección a la Presidencia con facilidad. Ese mismo otoño de 1972, la prensa —y, en concreto, el Washington Post, a través de los dos legendarios periodistas encargados del caso, Carl Bernstein y Bob Woodward— empezó a airear que personal de la Casa Blanca estaba implicado en el ‘asalto’ al cuartel general de la campaña presidencial del Partido Demócrata.
En enero de 1973 tuvo lugar el juicio, ante el juez John Sirica; cinco de los acusados se declararon culpables y un jurado condenó a los otros dos. El interrogatorio directo de los testigos, a cargo de Sirica, reveló detalles de un encubrimiento realizado por H.R. Haldeman, John D. Ehrlichman y John W. Dean. En abril renunciaron los tres involucrados y también el fiscal general Richard G. Kleindienst. El nuevo fiscal general, Elliot L. Richardson, nombró a Archibald Cox para el cargo de abogado especial de la acusación.
Un comité del Senado presidido por Samuel Ervin mantuvo audiencias públicas televisadas, durante las cuales salió a luz la existencia de cintas magnéticas con conversaciones realizadas en la oficina del Presidente. Cox y Ervin ordenaron la presentación de las cintas, pero Nixon se negó a entregarlas y ordenó despedir a Cox. Richardson, en protesta, renunció y el clamor público terminó por obligar a Nixon a entregar las cintas, que revelaron indicios claros de su participación en el encubrimiento.
En marzo del año siguiente, Nixon invocó la doctrina del «privilegio del Ejecutivo» —a la que había recurrido por primera vez el presidente George Washington— para tratar de evitar los ataques y justificar las negativas de sus colaboradores a declarar ante el Comité de Investigación del Senado o el Jurado Acusador, instituciones ambas creadas en febrero de 1973. El presidente de dicho Comité, el senador demócrata Sam Ervin, insinuó en abril que si Nixon impedía a sus colaboradores testificar, los ciudadanos podrían intuir que el Presidente tenía algo que ocultar. Dos semanas después, Nixon anunció que los miembros de la Casa Blanca comparecerían.
Ese mismo mes comenzaron las dimisiones en cadena de los colaboradores más directos del presidente, integrantes de lo que algunos conocían como ‘Muro de Berlín’: Jeb Magruder, Harry Robbins ‘Bob’ Haldeman, John Ehrlichman, Charles Colson, John Dean, Richard Kleindienst…
En julio de 1974, el comité judicial de la Cámara de Representantes aprobó tres artículos de acusación constitucional contra el Presidente. El 5 de agosto, Nixon entregó tres cintas magnéticas que lo asociaban claramente con el encubrimiento. Aunque siguió insistiendo en que no había cometido ningún delito, el 8 de agosto de 1974 renunció a la Presidencia. Nixon fue sustituido al día siguiente por el vicepresidente, Gerald R. Ford, evitando así la incapacitación, y el 8 de septiembre obtuvo de su sucesor el perdón total.
El Caso Watergate. La tentacion totalitaria
El año 1972 era un año electoral. El republicano Richard Nixon, elegido presidente en 1968, se presentaba a la reelección. El partido demócrata, por su parte, carente de líderes desde los asesinatos de John y Robert Kennedy, y desde el affaire de Chappaquiddick, en el que se vio involucrado Edward Kennedy, aparecía dividido entre Ed Muskie y George Mcgovern. Los electores demócratas se mostraban, en febrero de 1972, mayoritariamente partidarios de Muskie, quien, según las encuestas, se repartía con Nixon, a partes iguales, las preferencias de voto de los americanos, en abril, sin embargo Muskie abandonaba la carrera a la presidencia: una serie continuada de extraños incidentes le había llevado a estrepitosos fracasos en las elecciones primarias… >> Leer el artículo completo sobre el Caso Watergate en Gran Enciclopedia Iberoamericana