100 años de Alicia de Larrocha

En el arte de Alicia de Larrocha, la devoción por la música, y una honestidad absoluta, marcaron el rumbo de una carrera triunfal en los mejores auditorios del planeta. Nunca, antes de ella, ni tampoco después, una artista española logró mantener durante más de cuatro décadas una posición privilegiada y una presencia constante en el circuito de las grandes orquestas estadounidenses. Sólo el director Rafael Frühbeck de Burgos, con quien, por cierto, realizó memorables conciertos y grabaciones, mantuvo ese estatus en el competitivo mercado estadounidense. Pero ella, como mujer y pianista, tuvo que luchar contra todo tipo de prejuicios.

Larrocha, desde su infancia, estuvo rodeada por la música. Su madre y su tía, así como su primer profesor, fueron alumnos y amigos perso­nales del compositor Enrique Granados. Aprendió con su venerado maestro Frank Marshall los secretos del estilo y el genio de Enrique Granados, Isaac Albéniz y Manuel de Falla; en 1941, a sus 17 años, tocó por primera vez en el Gran Teatro del Liceo Noches en los jardines de España, dirigida por José Cubiles, y durante toda su vida fue la máxima referencia en esta obra. Por no hablar de sus magistrales Iberia y Goyescas.

Alicia de Larrocha from Tais Marcato on MZE Zoomin

En algunos circuitos, tardaron más de la cuenta en aceptar el triunfo de una mujer pianista en determinados repertorios. Una cosa era hablar de sus manos, pequeñas —por lo que su técnica era tan especial y sorprendente en cuestiones de digitación y potencia sonora— y otra poner en duda su capacidad de brillar en todo tipo de repertorios por su condición de mujer pianista, pero acabó derribando las barreras y los prejuicios gracias a su enorme carisma. En 1972 fue capaz de poner de pie al público del mítico Carnegie Hall de Nueva York tocando de manera fulgurante —hay una memorable grabación en directo, dirigida por André Previn— el Concierto para piano núm. 3 de Sergei Rahmáninov, etiquetado como una obra de hombres por algunos agentes, con más estupidez que argumentos musicales.

Tuvo que aprender las reglas del juego, entre ellas pagar del propio bolsillo su recital de presentación en Nueva York en 1955, en el Town Hall, práctica habitual de la todopoderosa Columbia Artits, que invertía sus recursos en publicitar el evento. Sin embargo, el ascenso fue lento desde el convencimiento de que sin un éxito continuado en Estados Unidos no se podía tener una verdadera carrera internacional, y construyó una gran carrera, sin concesiones, con la representación artística de Herbert Breslin en Estados Unidos, mientras la inolvidable Felicitas Keller le hacía de agente en el resto del mundo.

Ya nadie se atrevió a discutir su genialidad como intérprete, como gran dama del piano y como pianista, sin más etiquetas. Y es que tocaba Rahmáninov como las grandes leyendas del piano de todos los tiempos. Tocaba igual de bien cualquier repertorio, y lo hacía con una sensibilidad musical, un total respeto a la partitura y una expresividad desbordante.

Naturalmente, en un mundo tan propenso a las etiquetas como el de la música clásica, su fama como intérprete de referencia de la música española le acompañó durante toda la vida, pero su repertorio, del barroco a la música de su tiempo, no conocía límites. Sus interpretaciones de las obras de Falla, Albéniz, Granados, Turina y otros grandes compositores que fueron sus grandes amigos -Frederic Mompou, Xavier Montsalvatge, Carlos Suriñach-, permanecen como un tesoro musical imbatible. Pero no es menos trascendente su afinidad y maestría en Bach, Mozart, Haydn, Beethoven, Chopin, Schumann, Ravel, Scriabin y un largo etcétera.

Aunque nunca le gustaron ni los discos ni la frialdad del estudio de grabación, su legado discográfico oficial, en los sellos Hispavox, Decca y BMG, es fabuloso; pero hay muchos tesoros por descubrir, cientos de grabaciones privadas de conciertos, en directo, conservadas en el archivo familiar que su hija, Alicia Torra de Larrocha.

Alicia de Larrocha

(Barcelona, 23-V-1923 — 25-IX-2009). Alicia de Larrocha y de la Calle. Pianista.

Alicia de Larrocha a principios de los años 40 cuando se trasladó a París para continuar su formación musical y comenzó a dar conciertos en Europa y América del Norte. De Larrocha era conocida por su técnica impecable y su interpretación ajustada y precisa de la música clásica, especialmente de compositores españoles como Isaac Albéniz y Enrique Granados. También fue muy admirada por su interpretación de la música de Chopin y Mozart. Durante su carrera, de Larrocha grabó más de cien álbumes y realizó giras y conciertos por todo el mundo.

Trayectoria artística

Inició los estudios de piano —su madre y su tía habían seguido ese camino como discípulas de Enrique Granados— en su ciudad natal con Frank Marshall King, discípulo a la sazón y continuador de la obra pianística de Enrique Granados, con sólo tres años de edad. De hecho, ya en 1929, con seis años, celebró sus tres primeros recitales, el tercero de ellos durante los actos de la Exposición Universal de Barcelona.

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