Falla personificó, con mucho sacrificio, una operación casi titánica: la de liberar a España de lo chiquito y localista para hacerla entrar en el coro de las naciones musicales cultas. No estuvo sólo. El combate de Pedrell, de Albéniz y de algunos más iba en la misma dirección.
Su amistad con Lorca o Alberti, o su correspondencia con Gerardo Diego, son sólo unos ejemplos de la intensa vida intelectual desplegada por el compositor, fue el único compositor que participó en el homenaje dedicado a Góngora en 1927 que sirvió para definir a la generación de poetas. Después de tres siglos, junto con Albéniz y Granados, España consiguió renombre internacional como compositor y sin duda, Falla fue el más dotado de los tres.
Aunque los gustos musicales evolucionen, una ejemplaridad como la de Falla siempre abre perspectivas. Hoy apenas existe creador español de alguna significación que no haya rendido sus pentagramas ante la figura y el legado de Falla.
Biografía:
(Cádiz, Andalucía, España, 23-XI-1876 — Alta Gracia, provincia de Córdoba, Argentina, 14-XI-1946). Compositor español.
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Introducción
La aparición de Manuel de Falla en el panorama musical de principios del siglo XX resulta casi providencial, pues gracias a él se consolida y difunde por ámbitos internacionales la existencia de una escuela española de compositores.
La obra de Manuel de Falla es un ejemplo admirable de depuración técnica y estética a partir de los planteamientos del maestro Felipe Pedrell, apóstol del nacionalismo musical hispano, de los consejos de Isaac Albéniz y de los hallazgos de Claude Debussy, como quedó patente en su ópera La vida breve, en las Piezas españolas para piano, en las Canciones populares y en El amor brujo, hasta alcanzar la estilización ascética y la expresividad descarnada de El retablo de Maese Pedro y del Concierto de clavicémbalo.
Manuel de Falla y Matheu retratado por Ignacio Zuloaga.