Fue el tercero de los cinco hijos de un notario, Nastagio Vespucci. Nada se sabe de la infancia ni de los estudios de Vespucio, pero sí que mantuvo una estrecha relación con su tío, el célebre fray Giorgio Antonio Vespucci, humanista que frecuentaba a Savonarola y la casa de los Medici. Algo debieron de influir en el futuro marino las relaciones de su familia con los círculos más cultos y ricos de la Florencia renacentista —la bellísima Simonetta Vespucci llegó a posar para Botticelli—, porque se conserva una carta suya a su padre escrita en latín (1476) y una composición poética en la misma lengua (1476-1478).
En aquel selecto ambiente se movía también su tío Guido Antonio, famoso jurista y político, quien eligió a Vespucio para que le acompañase como secretario en su embajada a Francia (1478-1480). La estancia en París fue decisiva para la formación del joven, pues le permitió entrar en contacto con las más altas personalidades de la corte de Luis XI (1461-1483) y multitud de mercaderes florentinos que trasladaban sus tráficos mercantiles al país vecino. Además, es muy posible que allí conociera a Bartolomé Colón, que por entonces se hallaba en Francia solicitando ayuda para las ideas descubridoras de su hermano. Vespucio regresó a Italia en 1482, tras la muerte de su padre; la situación económica de su familia le obligó a buscar trabajo a la sombra de los Medici. Vivió entonces en el palacio florentino de Lorenzo de Pier Francesco, il Popolano, sede de tertulias donde pintores, poetas, filósofos y hombres de ciencia discutían ya sobre cuestiones náuticas y geográficas. Leer más en La Gran Enciclopedia de España