Comienza el cónclave más diverso para elegir al nuevo papa

De la Capilla Sixtina al mundo: comienza el cónclave más diverso en ocho siglos de historia papal

Con el inicio del cónclave en la Capilla Sixtina este miércoles a las 16:30, la Iglesia católica pone en marcha un proceso ancestral que se remonta al siglo XIII. El objetivo: elegir al nuevo pontífice que sucederá al papa Francisco. Serán 133 los cardenales electores —todos menores de 80 años— quienes, bajo juramento de secreto absoluto, depositarán sus votos en busca de una figura que guíe a la Iglesia en una nueva etapa.

Representación del cónclave de 1878: la sala del escrutinio en la Capilla Sixtina, tal como fue ilustrada en una xilografía de la época. Esta elección papal, celebrada tras la muerte de Pío IX, concluyó con la elección de León XIII. Fue el primer cónclave celebrado después de la pérdida de los Estados Pontificios, en un contexto de grandes tensiones entre la Santa Sede y el recién unificado Reino de Italia.

El Colegio Cardenalicio actual lo conforman 252 cardenales de 94 países. Sin embargo, solo los 133 con derecho a voto participarán en el cónclave, debido a la norma establecida por Pablo VI en 1970 que restringe el sufragio a los menores de 80 años. Dos de ellos —el español Antonio Cañizares y el keniata John Njue— no asistirán por motivos de salud.

Este será el cónclave más diverso de la historia: apenas un 39% de los electores proviene de Europa, señal del profundo cambio promovido por el papa Francisco, quien ha designado a 108 de los actuales cardenales electores. Durante su pontificado, ha impulsado una descentralización del poder eclesiástico, ampliando la representación de regiones tradicionalmente subrepresentadas como África, Asia y América Latina. Por primera vez, países como Mongolia, Suecia, Myanmar y Cabo Verde tendrán voz en la elección del Papa.

Históricamente, el cónclave ha evolucionado. Su origen se sitúa en 1274, cuando el papa Gregorio X impuso el aislamiento de los cardenales tras la muerte del pontífice Clemente IV, cuyo sucesor fue elegido tras casi tres años de sede vacante. Desde entonces, los procedimientos han sido refinados para evitar prolongaciones excesivas. Aun así, ha habido episodios notables de dilación: la elección de Gregorio XVI en 1830 tomó 51 días y la de Pío VII, en 1800, superó los 100.

Nada de eso parece probable hoy. Desde 1830, ningún cónclave ha durado más de cinco días. Los tres últimos concluyeron en menos de 48 horas: Francisco fue elegido en cinco votaciones; Benedicto XVI, en cuatro; y Juan Pablo II, en ocho. La rapidez es facilitada por el sistema de votación establecido: si en la primera jornada no hay acuerdo, se realizan hasta cuatro votaciones diarias (dos por la mañana y dos por la tarde). Cada ronda concluye con la célebre «fumata», blanca si hay elección; negra si no.

Se requiere una mayoría de dos tercios, es decir, 89 votos, para proclamar al nuevo pontífice. Si después de 13 votaciones no se alcanza un acuerdo, se hace una pausa de reflexión —prevista en este caso para el domingo 11 de mayo—. Posteriormente, se retoman las votaciones en ciclos de siete escrutinios, con un día de descanso entre ciclos. Si aún no hay papa tras 34 votaciones, se restringe la elección a los dos candidatos con mayor número de votos, manteniéndose la exigencia de los dos tercios.

El cónclave actual también es significativo por su tamaño: nunca antes tantos cardenales habían tenido derecho a votar, aunque el 45% del colegio queda excluido por edad. Además, destaca el rejuvenecimiento del cuerpo electoral: la media de edad es de 69 años, dos menos que en 2013. El 27% de los electores han sido nombrados en los últimos dos años, reflejando la renovación promovida por Francisco.

Europa, y en particular Italia, ha perdido su histórica hegemonía. En el pasado, solo Italia contaba con más cardenales que África y Asia juntas. Hoy, su presencia ha caído del 24% al 12%. De los 13 cardenales españoles, solo cuatro se encuentran en Roma para votar. Este giro demográfico es parte del legado que deja Francisco y que sin duda influirá en la elección de su sucesor.

El mundo observa ahora con atención. La historia está en marcha nuevamente en la Capilla Sixtina, donde, bajo los frescos de Miguel Ángel, los cardenales buscarán al nuevo pastor de los más de 1.300 millones de católicos.


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