El 3 de junio de 1924, fallece el escritor checo Franz Kafka, conocido universalmente por su célebre obra «La metamorfosis» publicada en 1915. Su legado literario sigue influyendo a generaciones de lectores y escritores.
Franz Kafka, en vísperas de su muerte, le pidió a su amigo Robert Klopstock que le inyectara un calmante, revelando así la compleja naturaleza de su existencia: hermética y abierta a la vez. Kafka no fue un fracasado ni un anormal en el sentido convencional, pues tuvo éxito profesional y amó profundamente. Sin embargo, su «anormalidad» residía en su incapacidad para encontrar felicidad duradera. Sus relaciones amorosas se consumían antes de estabilizarse, y solo al final de su vida encontró un amor pleno con Dora Dymant. Kafka vivía para escribir y escribía para vivir, pero también renunciaba al amor si este interfería con su escritura. Antes de morir, pidió a su amigo Max Brod que destruyera sus escritos, una paradoja que reflejaba su deseo de no transmitir desesperanza y su percepción de sí mismo como un «callejón sin salida» kafkiano.
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(Praga, República Checa [entonces, Imperio austrohúngaro], 3-VII-1883 — Kierling, Austria, 3-VI-1924). Escritor checo en lengua alemana.
Franz Kafka
Nacido en el seno de una familia judía muy respetuosa de la tradición rabínica, ha dejado una obra de la que se suele decir que está inacabada (lo cual es cierto, si nos atenemos al estricto punto de vista material; más adelante veremos qué valor hay que atribuir a esta afirmación).
De su vida (que conocemos muy bien, gracias a su amigo el escritor Max Brod, también checo de expresión alemana, y editor de sus obras) es tradicional señalar sus estudios en la Universidad de Praga —doctorado en Derecho (1901-1906)—, a los que siguió un semestre de literatura en la misma Universidad.
Luego vinieron sus funciones administrativas en una compañía de seguros sociales, sus relaciones (1912-1917) con Felice Bauer, con la que nunca se decidió a casarse, y la tuberculosis pulmonar que contrajo en 1915 y que fue la causa de su muerte, en el sanatorio de Kierling, cerca de Viena, el 3 de junio de 1924.
Su conciencia de desarraigado, unida a una sensibilidad afinadísima, le llevó a cristalizar en sus páginas el desasosiego íntimo del hombre contemporáneo con intensidad y contención narrativas excepcionales. A ello contribuyeron elementos reales y datos determinantes de su propia vida, como son una doble desvinculación: nacional, debida a su condición de judío y de pertenecer a la minoría germanoparlante, y familiar, ocasionada por el carácter espartano que su padre…
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La obra del escritor es universal y sigue vigente hasta el día de hoy, al igual que sus citas llenas de sabiduría:
- «Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que hay dentro de nosotros.»
- «El ocio es el padre de todos los vicios, y es el coronamiento de todas las virtudes.»
- «Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza no envejecerá nunca.»
- «A partir de cierto punto no hay retorno. Ese es el punto que hay que alcanzar.»
- «La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza.»
- «La literatura es siempre una expedición a la verdad.»
- «El poseer no existe, existe solamente el ser: ese ser que aspira hasta el último aliento, hasta la asfixia.»
- «La verdad es indivisible, es decir, no puede reconocerse a sí misma; quien quiera reconocerla, debe ser mentira.»
- «Toda revolución se evapora y deja atrás una estela de burocracia.»
- «Muchas veces es más seguro estar encadenado que ser libre.»
