Todo quedó plasmado en el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919. El tratado de paz que terminó con la I Guerra Mundial impuso sanciones al Reich, como la pérdida de sus colonias en el continente.
Tras la I Guerra Mundial, por medio de la Conferencia de Paz de París desde enero de 1919 y firmando varios tratados, los Aliados impusieron sus términos de pacificación ante las potencias centrales: Alemania, el Imperio Otomano y lo que fuera el Imperio Austro-Húngaro. Uno de los suscriptos fue el de Versalles, firmado un 28 de jumio de hace 100 años
Fue negociado principalmente por EE.UU., Gran Bretaña y Francia, sin la participación de los vencidos en la guerra. Alemania fue forzada a aceptar la culpa por las pérdidas aliadas y a pagar cuantiosas reparaciones. Su territorio europeo se redujo en alrededor del 10%, se confiscaron sus posesiones de ultramar y se disminuyeron sus efectivos militares. Aunque algunas de las condiciones del tratado fueron relajadas en la década de 1920, el resentimiento que creó ayudó a favorecer un ambiente que condujo al desarrollo del fascismo en Italia y al ascenso del Partido Nazi en Alemania.
Recién terminada la Gran Guerra (1914-1918) -el episodio que el historiador estadounidense George F. Kennan define como «la madre de todos los desastres de siglo XX»- y tras un armisticio firmado en un vagón de tren en Compiègne, la Alemania derrotada suscribió un tratado de paz que entre otras condiciones leoninas imponía a Berlín el pago de fortísimas indemnizaciones de guerra, en concreto 226.000 millones de marcos del Reich, suma que fue reducida poco después a 132.000 millones. Desde entonces, a Alemania le ha pasado prácticamente de todo: se hundió en la depresión, vivió el delirio del nazismo, desencadenó una guerra mundial, fue nuevamente derrotada -y esta vez troceada-, fue escenario mudo de cómo se medían las dos mayores superpotencias de la Tierra, construyó el mayor símbolo de división del siglo XX y luego lo derribó, se reunificó y pasó a ser la locomotora de Europa. En medio de estos avatares, el Tratado de Versalles y algunas de sus cláusulas siempre estuvieron allí.
Los pagos quedaban perfectamente estructurados y definidos, pero, como suele suceder, los acuerdos de la Conferencia de Londres tenían letra pequeña. Y esta decía que algunas deudas de la Primera Guerra Mundial (unos 3.076 millones de euros de hoy correspondientes a intereses) quedaban en suspenso hasta que Alemania volviera a estar reunificada.
Con la reunificación de Alemania en 1989, la Administración alemana comenzaba a pagar de nuevo esta parte de la deuda. Pocos suponían entonces en el centro de Berlín que el Tratado de Versalles seguía en vigor hasta octubre de 2010, cuando el Ministerio de Finanzas alemán explicaba que con el pago del último vencimiento de la deuda, Alemania cumplía con todas sus obligaciones: «ya desde los años ochenta se ha pagado además la deuda externa alemana anterior a la guerra mundial».
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