Roald Amundsen nació en un pueblecito costero de Noruega cuando todavía estaba unida a Suecia, él llegó al Polo Sur no solo 34 días antes antes que la desafortunada y caótica expedición británica de Robert Scott sino que logró regresar en perfecto orden, sin ningún problema de intendencia y sin perder ni un hombre.
Desde que el 1913 se hiciese pública la muerte del explorador británico, y como escribió un contemporáneo, ‘Amundsen el victorioso se vio eclipsado por Scott el mártir’. Durante décadas Robert Scott fue tratado como héroe estoico sin tacha, en buena parte gracias al talento literario de sus diarios y sus últimas cartas antes de morir.
Esto hizo de la figura de Amundsen un contrapeso, menos heroico, algo sospechoso incluso, y empañó su gloria. Ahora la historiografía tiende a ser mucho más dura con Scott, culpándole casi del catastrófico resultado de su expedición.
La verdad es que lo conseguido por ambas expediciones se complementa y refuerza. Scott intentó nueva tecnología a lo largo de una ruta conocida; Amundsen utilizó sistemas tradicionales indígenas y una soberbia forma física en una ruta nueva.
Scott era romántico, con todo lo bueno y lo malo que ello implica, y supo vivir y morir como tal; Amundsen era un pragmático, y consiguió al final el objetivo que se propuso, con menos heroísmo, pero con mayor efectividad.
El marino noruego que soñaba con el Polo Norte desde niño, al que no le importaba usar cualquier método que funcionase, que era organizado, metódico y tenaz también es el tipo que empeñó su propio hogar para financiar la expedición al polo que no era.
Amundsen conquista el Polo Sur
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Introducción
El 14 de diciembre de 1911, cinco noruegos al mando de Roald Amundsen alcanzaban el último de los grandes puntos geográficos aún vírgenes para el hombre: el polo sur. su travesía fue un ejemplo perfecto de organización, previsión y sangre fría que asombró al mundo entero...