Cada 4 de julio, Estados Unidos celebra el Día de la Independencia como recuerdo al 4 de julio de 1776, día en el que se firmó la declaración que proclamaba la independencia de la Gran Bretaña. Des de hace 235 años, en esta fecha se realizan todo tipo de desfiles, ceremonias patrióticas y otras actividades de ocio con el fin de recordar la libertad conseguida y el sacrificio de los que lucharon por ella.
La semilla de la revolución por la independencia surgió en Virginia, en el Congreso Continental de Filadelfia, «la capital rebelde». George Washington era un firme partidario de la independencia a causa del malestar generalizado que se había extendido entre los colonos. En este contexto, las bases jurídicas que había hasta el momento estaban quedando obsoletas y en el manifiesto de Virgina de junio de 1776 empezaron a surgir nuevos temas, como la noción de contrato social, que se rompe si el soberano viola ciertos derechos humanos. En el manifiesto se podían leer las siguientes palabras: «Todos los hombres se hallan naturalmente en una condición de igualdad y de independencia que les confiere ciertos derechos, especialmente el disfrute de la vida y de la libertad junto con los medios de alcanzar la propiedad, la felicidad y la seguridad.»
Ese mismo junio Richard Henry Lee presentó en el congreso la célebre moción: «Estas colonias unidas son, y deben ser de derecho, estados libres e independientes. Quedan exoneradas de toda fidelidad a la corona británica. Todo lazo entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña es y debe ser disuelto.» A partir de esta moción se constituyó una comisión encargada de redactar la Declaración del a Independencia, de la cual formaban parte John Adams, Benjamín Franklin y Thomas Jefferson, un escritor virginiano muy popular que se convirtió en una de las más importantes figuras del nacimiento de Estados Unidos. El texto, en el que se decidía romper con Gran Bretaña, y que suponía el nacimiento de la nueva nación, fue aprobado y firmado el 4 de julio de 1776.
La Declaración de Independencia supuso el inicio de una larga guerra de ocho años; los colonos, acaudillados por George Washington, y el patriota Gates, vencieron con la ayuda franco-española a las tropas inglesas en las famosas batallas de Saratoga y Yorktown. Ante las derrotas, Gran Bretaña se vio obligada a reconocer la independencia por la Paz de París (1783). El fin de la guerra, sin embargo, no supuso la paz para la nueva nación, sino que fueron necesarios doce años más para llegar a alcanzar la unidad política y la estabilidad socioeconómica que se consiguió, por fin, sobre el 1796, durante la segunda presidencia de George Washington. Uno de los elementos más importantes para conseguir esta estabilidad fue la redacción de la Constitución federal (1787), que todavía hoy sigue vigente y a partir de la cual se crearon como órganos legislativos la Cámara de Representantes y el Senado. El poder ejecutivo lo ejercería un presidente elegible cada cuatro años; el poder judicial quedaba en manos del Tribunal Supremo. Los estados de la Unión, cuyo posible aumento estaba previsto, conservaban su soberanía interior.
>> Si quieres conocer los detalles sobre la historia del nacimiento de Estados Unidos puedes consultar los siguientes artículos de la Gran Enciclopedia Iberoamericana: La Guerra de Independencia y la formación de los Estados Unidos, Independencia de Estados Unidos o Estados Unidos de América