El Tratado de Niza es un hito más en la sucesión de reformas periódicas de las Comunidades Europeas llevadas a cabo desde el del Acta Única Europea de 1986 para modificar los Tratados vigentes hasta aquella fecha.
La reforma de Niza en 2001 pretendía culminar la reforma institucional que permitiera a la Unión continuar actuando con eficacia cuando se incorporaran los nuevos Estados miembros y se pasara a la Unión de 25 y después de 27.
Los «restos de Ámsterdam» deberían haberse resuelto en el Tratado de Niza. Sin embargo, este Tratado solo pudo preparar de manera parcial a la Unión Europea para las importantes ampliaciones al este y al sur que tuvieron lugar el 1 de mayo de 2004 y el 1 de enero de 2007.
Así pues, a raíz de las cuestiones planteadas en la Declaración de Laeken, de 15 de diciembre de 2001, la Convención sobre el futuro de Europa se esforzó por crear un nuevo fundamento jurídico para la Unión bajo la forma del Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, que no fue ratificado a causa del resultado negativo de los referendos celebrados en dos Estados miembros.
El Tratado de Niza es uno de los Tratados constitutivos de la Unión Europea (UE), y se centra en la reforma institucional que se debería implantar para afrontar una futura adhesión de nuevos Estados miembros. Modificó los anteriores tratados de Maastricht (1993) y Roma (1957). Se acordó en el Consejo Europeo celebrado en Niza (Francia) entre los días 9 y 11 de diciembre de 2000, y fue firmado el febrero de 2001. Después de haber sido ratificado por los 15 estados miembros en aquel momento de la Unión Europea (UE), entró en vigor el 1 de febrero de 2003.
El objetivo del Tratado de Niza se centra en el establecimiento del tamaño y composición de la Comisión Europea; la ponderación de votos en el Consejo Europeo y la extensión del voto por mayoría cualificada; también ofrece la voluntad de espolear una mayor cooperación entre países de la Unión Europea (UE).
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