Un conflicto que involucró a 32 Estados y arrasó gran parte de Europa.
28 de junio – Asesinato en Sarajevo del archiduque Francisco Fernando.
28 de julio – El Imperio Austro-húngaro declara la guerra a Serbia y su ejército bombardea Belgrado. Una semana más tarde, Alemania, Austria, Francia, Rusia y Gran Bretaña están en guerra.
3 de agosto – El grueso del ejército alemán cruza la frontera germano-belga.
21 de agosto – Batalla de las Ardenas.
El archiduque heredero de Austria fue asesinado en Sarajevo el 28 de junio de 1914, y hasta el 3 de agosto no estalló la guerra. Durante el mes de julio, los diplomáticos y ministros europeos se movieron y cacarearon como gallos de pelea. Si entre las testas coronadas de la Europa de entonces hubiese habido un monarca cauto, y entre los políticos un verdadero hombre de estado, la guerra hubiera podido evitarse. Pero nadie manifestó tener capacidad para imponerse: las recomendaciones del káiser a su aliado el emperador de Austria no eran más que para evadir responsabilidades; Gran Bretaña no manifestó claramente que participaría en el conflicto hasta que vio a Bélgica amenazada; Francia tuvo empeño en mantenerse correcta sin agitarse; Rusia, segura de la alianza francesa, nada temía y movilizaba… Pero, sobre todo, donde había un empeño decidido en no transigir, a menos de “engullir a Serbia”, era en Viena.
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